Kýlix con el cortejo dionisíaco

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Volterra, Necrópolis de Montebradoni

Cerámica de figuras rojas

Últimas décadas del siglo IV a.C.

Volterra, Museo Etrusco Guarnacci

 

En el círculo interior se representan tres personajes pertenecientes a la procesión del dios Dionisos: dos sátiros y una ménade. En la parte exterior hay, en cambio, dos parejas de figuras, enmarcadas por una decoración floral bajo las asas. El Dios no está representado, pero participa simbólicamente en la escena a través de los seguidores de su procesión. Las características estilísticas de las escenas y los detalles de las figuras permiten atribuir la copa a uno de los mayores maestros de la cerámica etrusca de figuras rojas, el Pintor de Montebradoni.

 

En el mundo etrusco, los templos no sólo eran espacios de oración, sino también lugares de encuentro, y esta apertura a las cuestiones sociales les daba una importante dimensión política. Algunos se encontraban dentro de las murallas de la ciudad, otros fuera de ella, incluso en campo abierto a lo largo de importantes vías de comunicación, y otros en la necrópolis. Las principales características del templo etrusco eran el alto sótano y la escalera central de acceso en la parte frontal, delante de la cual se situaba el altar, donde se realizaban sacrificios u ofrendas votivas. La práctica de los exvotos tenía un papel central en el ámbito del culto religioso etrusco. Se donaban objetos de todo tipo a los dioses, bien para conmemorar un acto de devoción, bien para pedir una gracia o agradecer que la hubieran recibido.